El comportamiento de los gatos al lamerse no solo es una cuestión de higiene, sino que también responde a una compleja red de factores que incluyen la regulación de su bienestar emocional, el control de su temperatura y la comunicación a través de feromonas. Si convives con un gato, habrás notado que dedica varias horas al día a acicalarse, moviendo cuidadosamente su lengua áspera por su pelaje. Para muchos dueños, este hábito es solo una parte normal de la vida felina, pero detrás de cada lamido se esconden funciones vitales, así como curiosidades fascinantes que reflejan el estado físico y emocional del animal. Es por esto que resulta importante entender los motivos detrás de esta conducta, así como aprender a identificar cuándo el acicalamiento puede estar ligado a algún problema de salud o comportamiento.

Comprender por qué se lamen los gatos permite a los cuidadores no solo ofrecer una mejor calidad de vida a sus felinos, sino también detectar a tiempo signos de ansiedad, estrés o condiciones dermatológicas que podrían pasar desapercibidas en el día a día. En este artículo, vamos a abordar los diferentes factores que motivan a los gatos a lamerse, explorando temas desde la importancia del autolavado en su limpieza personal hasta el papel del lamido en su comunicación social y emocional. Al final, tendrás una visión completa sobre cómo este comportamiento responde a distintas necesidades de su vida y cómo puedes ayudar a tu gato en caso de que el acicalamiento se vuelva excesivo o dañino.

La higiene y el control de su temperatura corporal

La primera y más conocida razón por la que los gatos se lamen es para mantener su higiene, ya que este hábito les permite eliminar la suciedad, el polvo y posibles restos de comida que puedan quedar atrapados en su pelaje. La lengua de los gatos, cubierta de pequeños filamentos en forma de gancho, actúa como un peine natural que, al arrastrarse por el pelaje, lo limpia y lo ordena. De este modo, logran mantener su pelaje libre de enredos y de posibles agentes externos que puedan causar irritaciones en la piel.

Además de la limpieza, el lamido también desempeña un papel relevante en la regulación de la temperatura corporal. A diferencia de los humanos, los gatos carecen de un sistema de sudoración extendido, por lo que al lamerse, especialmente en climas cálidos, distribuyen su saliva sobre el pelaje, la cual, al evaporarse, produce un efecto de enfriamiento. Este proceso es similar a la sudoración en los seres humanos, ayudándoles a mantener una temperatura estable sin necesidad de depender de sistemas de enfriamiento adicionales, lo cual es vital para su bienestar, especialmente en épocas de calor intenso.

El acicalamiento como medio de alivio emocional

Otra razón por la que los gatos se lamen es para aliviar el estrés o la ansiedad, ya que, al igual que muchos animales, los felinos desarrollan comportamientos repetitivos o rituales cuando sienten inseguridad, nerviosismo o frustración, y el lamido excesivo puede ser una manifestación de estos sentimientos. En situaciones donde el gato experimenta cambios en su entorno, como una mudanza, la llegada de nuevas mascotas o personas al hogar, o simplemente una alteración en su rutina, es común que recurra a este mecanismo de autocalma. El acto de lamerse libera endorfinas, hormonas que inducen una sensación de tranquilidad y satisfacción, lo que ayuda al felino a lidiar con el estrés.

Sin embargo, el acicalamiento por estrés puede volverse problemático si el gato lo realiza de forma compulsiva, llegando incluso a causar lesiones o áreas de alopecia. En estos casos, el exceso de lamido suele deberse a una condición conocida como dermatitis psicógena, donde el gato se obsesiona con limpiar ciertas partes de su cuerpo de manera reiterada. Identificar estos comportamientos y acudir a un veterinario en caso de lamido excesivo es importante para evitar complicaciones mayores y mejorar la calidad de vida del animal.

La comunicación entre gatos y el uso de feromonas

El lamido no solo es una actividad de cuidado personal, sino también un acto social y comunicativo en el mundo felino. Cuando dos gatos que conviven tienen una buena relación, es común ver que se lamen mutuamente, un comportamiento conocido como “acicalamiento social”. Este acto fortalece los vínculos entre los gatos, permitiéndoles intercambiar olores y establecer un sentido de pertenencia grupal. En el caso de los gatos que viven solos, el lamido también puede expresar lazos afectivos hacia sus dueños, aunque en menor medida, debido a las diferencias de comunicación entre especies.

Además, el lamido permite la distribución de feromonas, compuestos químicos que los gatos emplean para marcar su territorio y comunicar su estado emocional. Al lamerse, esparcen estas feromonas por su pelaje, lo que les proporciona una sensación de seguridad y les ayuda a mantener su identidad dentro del hogar. En entornos nuevos o poco familiares, el lamido cumple una función clave al hacer que el gato se sienta más seguro, rodeado de su propio olor, lo cual minimiza la tensión y el nerviosismo.

¿Cuándo se puede considerar lamido excesivo y qué hacer?

Si bien el lamido es una actividad natural y saludable para los gatos, existen momentos en los que puede volverse una señal de alerta, ya que el acicalamiento excesivo puede ser indicativo de problemas dermatológicos como alergias, infecciones, o incluso parásitos. Cuando un gato lame obsesivamente una zona específica de su cuerpo, es posible que esté intentando aliviar una molestia localizada, como picazón o dolor, en estos casos, observar cambios en la piel, enrojecimientos o pérdida de pelo puede ayudar a los dueños a identificar el origen del problema y buscar atención veterinaria.

Por otro lado, el acicalamiento compulsivo también puede estar asociado con problemas de comportamiento, especialmente en gatos que han pasado por situaciones estresantes. Para estos casos, existen estrategias que pueden ayudar a reducir el estrés en el hogar, como enriquecer el entorno del gato, proporcionándole juguetes interactivos o implementar métodos de relajación felina, como la terapia con feromonas. En algunos casos, el veterinario puede recomendar tratamientos específicos o cambios en la dieta, dependiendo de la naturaleza del problema, para controlar la conducta de lamido excesivo y mejorar el bienestar general del gato.